domingo, 26 de febrero de 2012

Corriendose para el fondo... que hay lugar!

Yo aun tengo palabras: hemos bajado de Argentina a Argenzuela primero y ahora es Hormiguero Argenzuela. En el hormiguero cada uno cumple su función sin chistar. La reina pone huevos para aumentar la población que le sirve. Las obreras trabajan esclavizadamente sin pedir franco y aunque sean masticadas por enemigos del grupo. Las guerreras cuidan que todo este bajo control. Todas se jo den cuando un cataclismo se lleva el hormiguero: inundaciones, incendios, fumigaciones, etc. Todo resignadamente en silencio, sin reclamos ni protestas cumplen su destino escrito de antemano. Eso es hoy aquella Argentina. Mañana subiremos a lo que TBA disponga, sin cambio alguno, porque "que otra me queda?" dice en un reportaje elocuente una victima que se salvo por un pelito. Igual que los padres sin hijos por la violencia callejera impune que declaran "confiamos en la justicia, que otra cosa podemos hacer?" Una vez me dijo mi abuelo: "el ignorante puede aprender y cambiar, el dolobu, no" Entiendo que la droga deja cada vez mas dolobus, pero los ignorantes y desinformados, estaran aprendiendo? De quien? EL HUARPE

domingo, 5 de febrero de 2012

Los burros y los zorros (en Tribuna de Periodistas)

Moyano no es la oposición… oposición no hay
OTRA NUBE DE HUMO KIRCHNERISTA
El gran Alejandro de Macedonia acostumbraba decir: “Quien no conoce el pasado, mal podrá entender su presente”.
Los argentinos no solo padecemos la desmemoria, sino que, en estos últimos 40 o 50 años nos hemos vuelto un pueblo de burros. Y no ya de dirigentes de mayor o menor importancia que caen en dicha condición, sino, la misma mass media, esa clase que forma los intersticios de la estructura social total: tenemos periodistas burros, estudiante burros, docentes burros, sindicalistas burros y políticos ídem. Se podrá ser burro pero, de donde no se puede regresar, al menos en política, es de la falta de viveza, y esa quizá sea la mayor arma del kirchnerismo, viveza antes que inteligencia, yerba para un rato, que se debe renovar en cada cebadura. En los últimos días, se ha comenzado a notar cómo el periodismo y la gran masa de la denominada —mal llamada “opinión pública”— ha comenzado a dar por cierto que existe en el país una supuesta “oposición” que comenzaría a desarrollarse desde parte del oficialismo: el sindicalismo de Moyano. Aquí valga el paréntesis para observar que nuestro país a aniquilado a la oposición, siendo que, desde posiciones ventajosas unipersonales, los opositores simplemente se han verticalizado y han trasvasado en mayor o menor medida al kirchnerismo o al PRO. A nivel nacional señalaremos dos de cientos de casos: 1) El “pase” borocotizado de Eduardo Epszteyn, quien abandonó vorazmente a su mentor Ibarra, quien lo transformó no solo en ministro, sino dos veces en diputado local, para reclamar en las mieses K; y 2) el del ex legislador Cantero, radical él, que saltó del ARI también a las filas del kirchnerismo. Impresentables. En el caso del PRO, no solo se nutre dicha indefinida fuerza política de lo más variopinto de la clase política, punteros y punteritos peronistas, radicales, indefinidos —o “independientes”— vecinalistas, apuntadores de intereses, arribistas, dirigentes del futbol de dudoso pasado, punteros de asentamientos —sigue la lista— muchos de ellos radicales, sino, que ha adquirido al ex izquierdista Raúl “colorado” Fernández, antes Grosso, antes Frente Grande, antes Ibarra, antes Télerman… un personaje que supo pasar por todas las expresiones “progres” para recalar en el calor oficial, aunque sea de manera temporaria. Así, en su desenfrenado proceso de africanización, la Argentina logra un sistema político de pluripartidismo solamente en lo formal, para luego encolumnarse todas las denominadas “bandas minoristas” detrás de la fuerza ganadora, todas debidamente “articuladas” por algún vivillo que “suma” dichos “espacios” y los “articula” convenientemente… claro que con una jugosa retribución de por medio.
En consecuencia, ser “oficialismo” se traduce en ser una máquina expendedora o libradora, por cuatro años, de generosos contratos que se traducen en billetes vía cajeros automáticos, o presentaciones en ventanilla de banco, a gusto del consumidor.
Así, esta nueva oligarquía política acapara el negocio de la denominada “participación” funcionando con doble interés y resultado: Garantizar a un minúsculo y desprestigiado grupo de oligarcas en el poder, para seguir “garantizando”• que siempre sean los mismos, por un lado, y también, en su propio beneficio, evitar que “otros” quieran entrar en la “participación” dado lo siempre “rentado” del negocio.
Que consecuencias El proceso de libanización económica —todos detrás de la “kaja”— que sufre nuestro sistema político nacional y provincial, ha provocado un efecto extraño: no tiene oposición en la cual recostar su discurso, no tiene a quien pegarle, a quien enfrentarse, con quien pelearse. Más allá de las declamaciones de Cristina hacia Macri, las que atribuimos más a su condición de género y rebeldía —de lengua— que a meditadas razones políticas, hoy el oficialismo carece de oposición, se ha “stroesnerizado”, o sea, ha seguido los pasos del General Stroessner (ex presidente del Paraguay, 1954-1989), el que cada elección le daba a los partidos liberales y a los conservadores minoritarios, los diputados necesarios tanto como para seguir gobernando, como para que no existiera una oposición real.
Así, el kirchnerismo no logra poder “inventar” un opositor. El peronismo, acéfalo, ha decidido vivir de la teta del PEN, uninominalmente, renunciando a hacer política con la mano derecha sobre la biblia pingüina —conditio sine qua non— y en sus expresiones más reales y verdaderas, solo ha quedado más para lo testimonial y las clases de la Facultad de Historia que para encabezar una oposición real. Ante la realidad actual del ajuste, definido literariamente como “sintonía fina” —o pronto “Rodrigazo grueso”— el gobierno pingüino-camporista ha decidido enfilar todos los dardos a quien no se puede esconder: dado su rol social, siendo el estamento obrero, la C.G.T. no puede esconderse ni reunirse entre bambalinas, y menos pinchar con alfileres muñequitos con el letrero “inflación” o “corrida bancaria” como parecieran hacer los políticos “tradicionales” que siempre acompañan, y que solo sirven para esperar que los acontecimientos futuros logren desbancar al actual gobierno, para luego, ver si se pueden “acobachar” en alguna “alianza” o engendro que se le parezca. Y a Moyano le tocará, sin dudas, ser el chivo emisario de todas las nubes de humo con las cuales el gobierno —otrora usador de su figura para “cerrar” ajustes de salario por debajo de la inflación real— tratará de tapar la inflación que no para, la emisión descontrolada de moneda que la provoca, el encierro cada vez mayor de una economía que es cara en dólares y ya no cuenta con mercados más allá de los tradicionales, la menor producción industrial de enero, la emisión semanal de letras del tesoro o del BCRA, la recomenzada fuga de depósitos y de billetes, a pesar de las restricciones ilegales, la suspensión de plantas enteras industriales, etc.
En definitiva, 2012 viene con recesión. Y los cada vez más burros se seguirán olvidando de cuál es la histórica y verdadera política del sindicalismo argentino, definida en los años 1957 (congreso de La Falda) y en 1962 (congreso de Huerta Grande). El sindicalismo Argentino no es clasista, y no aspira a gobernar, cosa que “Don Camión” Moyano parece no haber advertido. El burrerío iletrado no recuerda la frase de Vandor, mal llamado “El Lobo” (*): golpear, para después negociar.
El gobierno sí la recuerda, por eso golpeará primero. Sabe que sin caja no hay poder, pero antes aprendió que sin poder no hay tampoco caja. Entonces golpeará primero. Mientras tanto, el argentino ignorante promedio seguirá festejando los 12 fines de semana largos de 2012, la próxima “festichola” de carnaval que se prepara para dichos días en la avenida 9 de julio, mientras Mauricio Macri, bien aconsejado por el “Ekeko” Durán Barba, seguirá tirando la pelota afuera, esta vez, con un nuevo “raje” vacacional, que impida que lo “esmerilen” desde el oficialismo kirchnerista, y para peor, por parte de cualquier funcionario de tercera o cuarta categoría, que le manden para los “fastos carnestolendos”. Así es la política argentina, como el juego de la silla.
José Terenzio
(*) Mal llamado “El Lobo” porque se lo conocía como festejante de una señorita que trabajaba en un taller, que acostumbraba vestir con un saquito rojo, y por eso le decían caperucita, llegaba Augusto Vandor y lo cargaban con lo de “El Lobo”. Para la imbecilidad promedio, o sea la típica mitificación argentina, era lobo por lo malo o agresivo, y no era así.

Cipayos y cipayas (por J. Lanata en Perfil)

En la Argentina tratar de pensar en libertad se parece cada día más a un delito; discutir es un verbo que ha caído en desuso: nadie discute, se acusa, se señala, se grita. El aparato de propaganda estatal tiene una actitud canina: está vigilante, atento, dispuesto a ladrar ante cualquier intrusión. La Patria tiene copyright, el campo nacional y popular tiene alambrado y los dueños de la verdad ya hicieron la escritura. Es gracioso que un de-sobediente como Jauretche se haya transformado, hoy, en un ícono de la obsecuencia gubernamental. Eso habla, también, del nivel de ignorancia y manipulación: los chicos de La Cámpora deben creer que Jauretche es un modisto francés: consumen Jauretche pasado por la procesadora de Aníbal Fernández.
Fue justamente don Arturo quien introdujo en el ensayo político argentino la palabra “cipayo”. “Cipayo” proviene del persa, sipahi, y así se llamaban los miembros de la tropa de caballería de elite, una de las seis divisiones de caballería del ejército del Imperio otomano. En el Imperio británico llamaban cipayos a los nativos de la India reclutados al servicio del Reino Unido, Francia y Portugal. Cipayo es el nacional que pelea a sueldo por el enemigo. Yo, que he sido comunista y terrorista en la época de Alfonsín, narco, trolo y falopero en la de Menem, golpista en la de De la Rúa, mercenario, esbirro de Magnetto y pro milico en la de El y Ella, soy ahora “cipayo” para el aparato de propaganda estatal.
El bautismo sucedió luego de que The Observer publicara en Londres, el domingo pasado, mis opiniones sobre Malvinas: “Las Malvinas son parte de nuestra imaginación, estamos cegados por años de retórica”, dijo el cipayo. Trataba de plantear lo siguiente: la manera de “argentinizar” las islas es integrarlas, no aislarlas; vetar los permisos de pesca es una maniobra imbécil y menor: tardan diez minutos en cambiar la bandera de conveniencia y siguen pescando. Lo que hay que hacer es poblar Malvinas, integrarlas: médicos argentinos trabajando en sus hospitales, malvinenses estudiando en Gallegos, trabajadores temporales en uno y otro lado. Crear lazos verdaderos y no retórica en tribunales internacionales que no sirven para nada. Porque si mañana, por milagro, recuperáramos las islas, ¿qué haríamos con los 2 mil tipos que viven ahí? ¿Fusilarlos? ¿Darles planes Trabajar? ¿Tarjetas SUBE? El aparato estatal reaccionó de manera coordinada: los programas de Diego Goebbels y la web de Javier Ramero (no es error de imprenta, Ramero, porque de eso trabaja) coincidieron en acusarme de cipayo. Las voces críticas del oficialismo me hicieron reflexionar. Aquí van algunos datos que pueden servir como detector de cipayos en la Argentina: Sólo un tercio de las 500 empresas más grandes del país son argentinas: según el Indec, sobre ese total apenas 176 son de capitales locales. La transnacionalización de la economía, iniciada en los 90, siguió aumentando con El y Ella. Desde la reunión en 2010 de Ella con Peter Munk, el presidente de la Barrick Gold, el diputado Miguel Bonasso viene denunciando los compromisos K con las mineras. Un informe técnico publicado en 2005 advirtió que la superficie de los glaciares disminuyó entre el 56% y el 70% por las actividades en Pascua Lama y Veladero. Barrick actúa en connivencia con los gobiernos de San Juan y nacional.
En Catamarca denunciaron la aplicación de la Ley Antiterrorista contra asambleístas que se expresaron contra la ley minera en la provincia. Fue la primera vez que se aplicó la norma negociada por la Argentina con el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI). En 2009 la Argentina condenó duramente el golpe de Estado en Honduras y dio apoyo político internacional al reclamo del destituido mandatario, Manuel Zelaya. Ahora el canciller Timerman hijo tuvo un encuentro con el presidente golpista Porfirio Lobo Sosa y afirmó que “se busca establecer un diálogo productivo y de cooperación”. En 2010 la misma Cancillería había condenado las violaciones a los derechos humanos en ese país. Grupos económicos de Canadá, Estados Unidos, Australia, Gran Bretaña y Suiza controlan en la Argentina el mercado del litio, denominado “el petróleo que viene”. En los últimos dos años se han registrado inversiones por exploración por alrededor de 100 millones de dólares, en una riqueza que contienen los salares locales calculada en 260 mil millones de dólares. El 30% del litio se destina a la producción de baterías para autos y productos electrónicos de consumo masivo, otro 20% a la producción de aluminio, un porcentaje similar a la confección de vidrios y cerámicas y el resto a la fabricación de lubricantes. En Salar del Rincón (Salta) explota el litio Ady Resources, una firma australiana. En el Salar de Olaroz (Jujuy) operan Orocobre, asociada a Toyota, y Minera Exar, vinculada con Mitsubishi. En el Salar de Hombre Muerto, entre Catamarca y Salta, opera Rodhini Lithium, canadiense. En los salares Incahuasi, Pocitos y Arizano, Exar. En el Salar Centenario (Salta), Bolera Minera, vinculada con la francesa Bolloré y Pininfarina, que también lo hace en el Salar Chancarí, en Jujuy. En las Salinas Grandes, de Salta y Jujuy, explota el litio South American Salars, australiana. En el salar salteño de Uyuni lo hace Minera del Altiplano, de la norteamericana FMC. En el Salar de Pozuelos, la compañía coreana Ekeko. Y en el Salar de Llullaillaco (Salta), Minera Solitario Argentina, de la canadiense TNR Gold.
La merluza, columna vertebral de la actividad pesquera, se encuentra en peligro de extinción. Los buques asiáticos, en su mayoría chinos, depredan en nuestro mar la merluza y su principal alimento, el calamar. De 95.000 buques pesqueros registrados en el mundo, 210 son argentinos y 40.000 son chinos, y la mayoría navega en el área austral. Entre 2 mil y 4 mil de estos buques pescan calamares en la milla 201 al norte de las Malvinas y también dentro del territorio argentino, porque los controles son inexistentes o ineficientes. En Tierra del Fuego se firmó recientemente un convenio con Tdfeyq (Tierra del Fuego Energía y Química, de capitales chinos) para instalar una fábrica de fertilizantes para soja en Río Grande, que incluye la provisión de gas a 1,80 dólares por millón de BTU, mientras el precio internacional es de alrededor de cinco dólares. La oposición juntó 30 mil firmas que pedían una consulta popular sobre el asunto, pero fue ignorada. “La presidenta Kirchner es no sólo una gran amiga mía sino también de los Estados Unidos”, dijo Barack Obama en noviembre del año pasado frente a una Cristina sonriente como Susanita en una tira de Mafalda.
“No se puede pasar por alto el liderazgo de los Estados Unidos a nivel global”, afirmó Ella. Ahora ponga su detector de cipayos a funcionar y fíjese para dónde señala la flecha roja.