sábado, 3 de septiembre de 2011

Los mitos de La Campora

La Campora, ¿trasvasamiento generacional o trasvasamiento delictual? Ser conductor es persuadir, decia el General. Ahora bien, los KK, lectores sesgados de los manuales de conducción politica del ex presidente han deformado la historia peronista para su provecho. Han dicho: ¿Persuadir? Hagamoslo con la plata que, como tambien dijo el numen del Movimiento, el bolsillo es la viscera mas sensible del hombre. Cerremos los partidos, ya alicaidos y decadentes, evitemos la discusión, reemplazandola con un nuevo relato de lo sucedido que nos justifique, pongámonos como los reinventores del justicialismo, la democracia, los DDHH, y demos a luz la genesis de El Modelo, manto purificador distractivo de todo choreo. Contaremos para ello la complicidad de una oposición con vocacion fragmentaria y ceguera funcional. Y sumemos caritas nuevas, adoctrinadas por el relato machacon, bien pagadas pues mas vale un pesito hoy que la vetusta promesa de la felicidad militante mediante el trabajo. Asi por varios motivos, estos jóvenes defenderan aunque sea sin comprender, la destrucción de normas constitucionales como metodo revolucionario. Sin cargo de conciencia, bailan sobre la cubierta de una Nacion que se hunde, para justificar la ocupación extranjera que administrara sus muchas materias primas esenciales. Argentina cumplira entonces que tanto augurio de “condenada al éxito”, claro que en manos de no argentinos. Como quiso la Trilateral, hace decadas.
Para Lenin o Mao no era necesario el mito artificial por su propia gesta. Los pueblos que necesitan mitos, idealizaciones que reconvierten sus miserias, es precisamente por su burdo espíritu momentáneo. No necesitaba de mitos San Martín, para liberar países. Tampoco la ocupación colonial de America por los europeos, ni la toma de conciencia nacional que fue el 17 de Octubre de 1945. A medida que se avanza en los procesos históricos y languidecen las ideas fuerza iniciales, se inventan los mitos. Zanahorias de plástico para mover, mantener o acrecentar proyectos entre el pueblo. Cuantos más ciudadanos tenga ese pueblo, menos se necesitan los mitos. Cuanto más se los convierta en masa embrutecida, amorfa, cercenada de metas y con sobreoferta de facilismos –droga, corrupción, anarquía, anomia- los falsos relatos crean mitos para sostener las mentiras. Un mito disfraza la pobreza resignada, la ignorancia aceptada y reinventa justificaciones con una patina de realidad virtual. Así el que vende engaña al comprador, el maestro no es modelo para su alumno, el padre no atiende a sus hijos y se apegan al mito que los encubre. Porque el mito es tambien autoengaño que tranquiliza conciencias, aunque no tapa la verdad. EL HUARPE

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