Reglas para malcriar a tus hijos
Empezá desde su infancia a darle todo
lo que quiera; así crecerá creyendo que el mundo está en deuda con él. Cuando
diga malas palabras, festejalo; así piensa que es gracioso y se sentirá
estimulado a decir frases cada vez más graciosas, que en el futuro dudosamente
lo ayudarán a integrarse en la vida. Nunca le des orientación espiritual
alguna; esperá a que sea mayor de edad, y entonces ya decidirá él por sí mismo.
Nunca digas que algo que hace está mal, pues podrías crearle un complejo de
culpa. Esto lo ayudará a creer, cuando lo pongan preso por haber robado, que la
sociedad se ha vuelto contra él y que es un perseguido. Recogé todo lo que deje
tirado: ropa, zapatos, libros, etc. Hay que hacer todas las cosas que debería
hacer él para que vaya acostumbrándose a que cuando se muda el piano él lleva
el banquito. Dale todo el dinero que desee y no le permitas que gane algo por
sí mismo. ¿Por qué ha de luchar él tanto como lo hicieron sus padres? Satisfacé
todas sus demandas. Negarle lo que pide puede crearle frustraciones. Conviene
describirlo como el más inteligente, simpático y bueno de todos. Hay que
ponerse de su parte contra los amigos, maestros y, eventualmente, la policía,
pues todo el mundo tiene prejuicios contra él. Dale la razón siempre. Sólo será
feliz si siempre es dueño de la verdad. Nunca lo retes ni le llames la atención
cuando pegue a sus amigos porque, si lo hacés, corrés el riesgo de que te pegue
en público. No le enseñes el buen uso ni controles su actividad en Internet;
puede sentir afectada su privacidad. Comprá todo lo que rompa: recordar el daño
que producen las frustraciones. No le pongas horarios; vivimos en democracia y
eso es autoritarismo. Cuando te encuentres en serios problemas por su conducta,
disculpate diciendo "no puedo con él y nunca he podido". Jamás le des
una sanción. La vida está para ser gozada. Si dice "No tengo ganas",
es que no tiene ganas y no se lo puede avasallar. Si camina por los sillones
con los zapatos embarrados, felicitalo porque está haciendo actividad física. Si
por cualquier razón hace un escándalo, pataleo o berrinche, miralo dulcemente,
está aprendiendo a no tragarse sus emociones.
Y, en el colegio,
recordá: el alumno siempre tiene la razón, pero nunca se la dan. El alumno no
copia, contrasta resultados. El alumno no habla en clase, intercambia
impresiones. El alumno no insulta al profesor, le saca defectos. El alumno no
pinta en las mesas ni paredes; practica expresión artística. El alumno no llega
nunca tarde a clase, los demás se adelantan. El alumno no tira tizas, estudia
la ley de la gravedad. El alumno no escupe, descongestiona las fosas nasales.
El alumno no destroza el colegio, le da un toque modernista. El alumno no quema
elementos, sólo le da calor al ambiente. No es que el alumno no sepa responder la
pregunta; es que el maestro ya sabe la respuesta. El alumno no agrede al
profesor, le enseña defensa personal.
En fin, dijo Edmund
Burke: "Hay, sin embargo, un límite en que la indulgencia deja de ser
virtud".
Konrad Adenauer
agregó: "Hay algo que Dios ha hecho mal. A todo le puso límites menos a la
tontería".
Y para finalizar:
"Todo tiene límites. Sólo nuestra puerilidad es ilimitada; ¿y sabes por
qué? Pues porque en realidad somos niños y todo tiene limitación, menos el
niño". Esto lo dijo Rabindranah Tagore.
Mis respetos para los
tres.
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