jueves, 29 de diciembre de 2011

¿Gobernadores o supervisores a sueldo?

Pensar que en nuestra historia existieron caudillos de provincia que defendían los derechos de su terruño, aun a costa de sus vidas. Que hemos tenido Senadores –recordemos que son representantes de las legislaturas provinciales y no de un partido o facción- en el mismo papel que aquellos y hasta no hace mucho. Se sabe también que el Puerto Barroso tiene la corrupta virtud de trastocar voluntades presidenciales de federales a unitarios. Una catarata de negociados, coimas, lobbys, sumadas al “mal de las alfombras rojas” provocan la metamorfosis. A veces resistidas, ciertamente, pero con el daño colateral de convertir al pujante líder chacarero en incapaz envuelto en la telaraña del poder central. Esto, gracias a la machacona cadena televisiva diaria, es observado en vivo y directo por quien tenga el aguante indispensable. A las provincias, gracias a los manotazos de la jefatura de gabinete por una ley anticonstitucional, le birlaron más de dos mil trecientos millones que le corresponden legítimamente. Sin embargo, los sátrapas provinciales, en triste comparsa aplaudidora y rendida antes del primer tiro, festejan la extensión de la bula del desendeudamiento, cedida por su graciosa majestad, entre mohines y revoleos oculares. Como a los jubilados que le niegan el 82% que les corresponde también y en cambio le prometen una supuesta rebaja en la usura de sus prestamos recibidos, eso si, sin encanar a nadie de los evidentes usureros, tal vez por ser del gremio del Otro. Desocupados trabajando de subsidiados baratos de 800 pesos (¡UNA FORTUNA!), contratados en negro por el estado, piqueteros inflados a galleta y chori y anémicos, presentes en las calles y rutas cortadas para simular ser muchos mas que algunos pocos miles – 5 millones según la lenguaraz y su corte- permanecen ocultos a la vista de los sátrapas chacareros, ocupados en contar sus vueltos mientras sueñan con improbables candidaturas futuras. Por las dudas, están pidiendo alojamiento en habitaciones sin placares ni barrales. Aunque se arruguen sus costosos trajes prefieren no usar las extrañas corbatas modelo KK de estos días. Por suerte, aun quedan árboles en las plazas. EL HUARPE

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