Para llegar a esta situación, debieron concurrir tres factores en 2003.
Primero la existencia del Chanta Argentino, espécimen que cree que sabe de
todo, pero ignora demasiado. Ni Duhalde eligiendo sucesor, ni políticos
desorientados que aplauden default y luego lo niegan, como con la privatización
de YPF, se salvan del calificativo. Tampoco un pueblo anestesiado desde el
Proceso, temeroso de saber, de investigar, de cuestionar, de preguntar y que
acepta ser peronista con Menem o con los Montoneros. El Chanta que huye de la
excelencia y la verdad, el trabajo, el esfuerzo, para abrir la bocaza como hoy
la Faraona, sin saber aun como terminará la frase. En segundo término
concurrente aparece el lombrosiano Tuerto Usurero, chanta por supuesto, pero además
con un proyecto obsesivo de enriquecimiento ilícito como pocas veces visto en
el mundo. Todo es dinero, todo es acumulación, no hay valores, principios,
normas, leyes, códigos que se respeten y que no se salten por arriba.
Tercero, la contraparte necesaria, la Faraona y su Sarcófago. Boga
trucha, ejemplo de chanta. Creerse una emperadora, mucho más que Menem antes,
de tanto espejo y baboso Feinmann. Con un curioso sarcófago para su esposo
desaparecido y nunca mas visto; sarcófago
que representa muy bien su encerramiento de la realidad más que un “entorno”,
el sarcófago no permite fugas ni entradas de aire puro. Locura total que ya ha
elegido su deceso: el 7D. Y será su Waterloo, su témpano en la noche, su
Operativo Independencia, su Cancha Rayada sin retorno, su último gran
caprichito. Victoria pírrica para cualquiera de las dos partes, ayer socios,
hoy enemigos, por una torta de plata. EL HUARPE
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